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miércoles, 22 de septiembre de 2010

‘M�s all�de las imposturas intelectuales’ de Alan Sokal: para saber por qu�sabemos

El profesor de Física de la Universidad de Nueva York y de Matemáticas en el University College de Londres Alan Sokal perpetró en 1996 una de las bromas más ingeniosas y punzantes que yo haya leído en mi vida: la de Social Text.

Social Text es una reputada publicación de humanidades. Una publicación en la que participan intelectuales de talla. Que es leída por intelectuales, docentes, estudiantes y gente que intelectualmente está muy motivada. Sin embargo, Sokal logró colarles un artículo largo, denso y, en apariencia, muy erudito que, en realidad, era una sarta de tonterías sin sentido, lleno de ignorancia científica y de argumentación ilógica.

El artículo fue alabado por muchos intelectuales. Obviamente, todos ellos, y también los responsables de Social Text, usaron sus palabras más gruesas para criticar el proceder de Sokal. Pero Sokal sólo pretendía evidenciar que entre las disciplinas de humanidades hay mucho pomposo que habla raro para fingir que piensa inteligentemente y, además, tiene la deshonestidad de introducir conceptos científicos (la mecánica cuántica es el favorito) sin tener la menor idea de lo que está diciendo.

Sokal también dedicó un libro entero a evidenciar muchos de estos signos en textos de autores consagrados como Derrida o Lacan: Imposturas intelectuales, que ya reseñé en su día.

Ahora, Sokal regresa con un libro más gordo, más denso, más guerrero, en el que nos permite leer su artículo falso al completo, poniendo de manifiesto todas las trampas que empleó; y además se dedica a destronar a una nueva colección de intelectuales aparentemente eruditos. También dedica un buen puñado de páginas a aclararnos qué demonios es la Verdad, la verdad, la objetividad, el método científico y demás.

Cuando la gente afirma cosas como que la ciencia no puede explicarlo todo, que la ciencia dirá eso pero yo opino lo otro, que la ciencia no es la única verdad, que la verdad no es objetiva, que todo se puede discutir o es subjetivo y demás lugares comunes (generalmente de bar o de facultad de humanidades), generalmente la gente pone de manifiesto un cacao mental epistemológico que difícilmente puede aclararse con una reseña como ésta.

Sin embargo, si queréis ahorraros las lecturas de Quine, Kuhn, Feyerabend o Popper, y acceder a una obra que exponga las principales ideas de todos ellos, las contraste, y por el camino, os desarrolle una visión general y accesible de epistemología para, al menos, entender la fuente de la mayoría de confusiones (mayormente las diferencias entre ontología, epistemología, sociología del conocimiento, ética individual y ética social), entonces no debéis perderos Más allá de las imposturas intelectuales.

Sokal también argumenta lo pernicioso que resulta (sobre todo a nivel político) que crezca la idea del relativismo cultural o posmoderno del “todo vale”. No sólo porque no es así, sino porque resulta de todo punto irresponsable dar pábulo al pensamiento desiderativo, la superstición y la demagogia por encima de la evidencia, la lógica y la argumentación.

El texto es largo y denso, lo advierto. Os recomiendo que accedáis a él sólo si estáis muy motivados. Pero, por otro lado, os garantizo que su lectura os permitirá aclararos un buen puñado de lugares comunes que los intelectuales que hablan raro os han introducido arteramente en el cerebro.

Considérese el siguiente experimento mental. Supongamos que un gienecillo laplaciano nos proporcionara toda la información imaginable sobre la Inglaterra del siglo XVII que pudiera calificarse de sociológica o psicológica: los conflictos entre los miembros de la Royal Society, todos los datos sobre producción económica y relaciones entre clases, etc. Incluyamos también documentos que se destruyeron posteriormente y conversaciones privadas que nunca fueron grabadas. Añadámosle un ordenador gigante y superrápido que procese toda esta información. Pero no incluyamos ningún dato astronómico (tales como las observaciones de Kepler y Brahe). Ahora, intentemos “predecir” a partir de estos datos que los científicos aceptarán una teoría en la que la fuerza gravitatoria disminuye proporcionalmente al cuadrado inverso de la distancia, y no con respecto al cubo inverso. ¿Cómo sería posible hacer semejante predicción? ¿Qué tipo de razonamiento podría utilizarse? Parece obvio que este resultado no se puede “extraer” sencillamente de aquellos datos.

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